Cuando tenia unos 10 años, hace ya un puñadito de idem, como casi todo el mundo por aquellos días, cuando íbamos al cine era para ver dos pelis, por lo que nos llevábamos el bocata y la zarza.
Cierta tarde vi, "Matar a un ruiseñor" de Gregory Peck y otra de cuyo titulo no tengo ni idea pero era sobre guerra y amor.
De la primera, los que la hayáis visto, recordareis que G.P. se llamaba Atticus, nombre que se me quedo inmediatamente como algo especial.
De la segunda, chico conoce a chica y se tiene que ir a la guerra sin saber cuando y como volverá, pero se me quedo también en la retina que el le pintaba a ella siempre, de una trazada en cualquier papel, un gatito como el de arriba, no me hubiera llamado la atención si aquel gatito no fue vital para el triunfo del amor.
Al volver de la guerra busca a la chica pero esta ya no vive en el lugar de la ciudad donde el la conoció.
Entonces se le ocurre la gran idea, pintar miles de dibujos, del gatito, y tirarlos por todos aquellos grandes portales, de gruesas y artísticas rejas de hierro de la vieja ciudad, todo ello con la esperanza de que ella vería alguno y supiera que había regresado.
Así ocurre con final feliz.
Aquella tarde salí del cine contento, pero sobre todo con dos detalles que siempre he llevado conmigo, un dibujo que algún día podría necesitar para encontrar un amor perdido y un nombre.
Pensé, con la inocencia de un niño, que con mi gattito Atticus podría ser como el chico de la peli.
Cierta tarde vi, "Matar a un ruiseñor" de Gregory Peck y otra de cuyo titulo no tengo ni idea pero era sobre guerra y amor.
De la primera, los que la hayáis visto, recordareis que G.P. se llamaba Atticus, nombre que se me quedo inmediatamente como algo especial.
De la segunda, chico conoce a chica y se tiene que ir a la guerra sin saber cuando y como volverá, pero se me quedo también en la retina que el le pintaba a ella siempre, de una trazada en cualquier papel, un gatito como el de arriba, no me hubiera llamado la atención si aquel gatito no fue vital para el triunfo del amor.
Al volver de la guerra busca a la chica pero esta ya no vive en el lugar de la ciudad donde el la conoció.
Entonces se le ocurre la gran idea, pintar miles de dibujos, del gatito, y tirarlos por todos aquellos grandes portales, de gruesas y artísticas rejas de hierro de la vieja ciudad, todo ello con la esperanza de que ella vería alguno y supiera que había regresado.
Así ocurre con final feliz.
Aquella tarde salí del cine contento, pero sobre todo con dos detalles que siempre he llevado conmigo, un dibujo que algún día podría necesitar para encontrar un amor perdido y un nombre.
Pensé, con la inocencia de un niño, que con mi gattito Atticus podría ser como el chico de la peli.
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